Incendios de vegetación

Edición especial #02

La situación actual en la Amazonía venezolana es alarmante. Se observa un patrón creciente de incendios durante la época de sequía, una evidente incapacidad o inexistencia de acciones para el monitoreo y control de estos eventos. Además, la expansión de actividades ilegales están generando un entorno propicio para la propagación de incendios cada vez más severos.

Tendencia

Los resultados obtenidos en nuestro estudio para el período de marzo a mayo de 2024 muestran un hito preocupante en relación con el impacto de los incendios en la Amazonía venezolana, evidenciando la necesidad urgente de acciones más efectivas y coordinadas.

La magnitud y distribución de las áreas quemadas no solo confirman las tendencias históricas, sino que también sugieren una aceleración del problema, lo que plantea desafíos importantes para la conservación y el manejo sostenible de estos ecosistemas críticos. Es desde el nivel gubernamental, particularmente del gobierno nacional, que se pueden establecer políticas que desalienten y combatan las actividades ilegales que fomentan la degradación de los hábitats y la creación de paisajes más propensos a incendios. Lamentablemente, esto no es posible bajo el actual régimen político venezolano.

Las causas de estos incendios seguramente están obedeciendo a una complejidad que va más allá de la simple actividad agrícola, ganadera, urbana o minera. Hay factores sociales que están incidiendo, más allá de las variables climáticas. El fuego como factor que ayuda a tener acceso a los terrenos, que contribuye a ejercer control o dominio sobre ellos, a incrementar su valor económico, a mostrar que no están "abandonados" o que no son "ociosos", a reducir su aspecto “salvaje”, a disminuir las “plagas”, o el simple gusto y fascinación por el fuego (sin olvidar el trastorno de la “piromanía”), son todos factores que deben estar influyendo en esta inusitada incidencia de incendios de vegetación. Tampoco se debe menospreciar al fuego como instrumento de apoyo en la cacería ilegal.

Actualmente la situación es alarmante: un patrón creciente de incendios durante la época de sequía, una evidente incapacidad o inexistencia de acciones por parte de los entes encargados para hacer monitoreo y control de estos eventos, y las políticas alentadoras del gobierno hacia actividades ilegales, están creando un entorno de fragmentación de hábitat propicio para la propagación de incendios más severos con cada sequía en el mediano y largo plazo. La expansión de la minería ilegal y otras actividades ilícitas, así como la creciente ocupación de la región por grupos armados que utilizan el fuego indiscriminadamente, no solo destruyen los bosques, sino que afectan significativamente los servicios que estos generan para el resto del país, poniendo en peligro la disponibilidad de agua dulce, electricidad, alimento, entre otros, para los venezolanos de hoy y de las próximas generaciones.

Es imperativo implementar nuevas estrategias de manejo y conservación basadas en la legalidad y la sostenibilidad para proteger esta región crítica. Estas estrategias deben incluir el fortalecimiento de las capacidades de monitoreo y control, la restauración de áreas degradadas y la promoción de prácticas sostenibles.

La protección de la Amazonía venezolana es crucial, no solo para Venezuela, sino para el equilibrio ecológico de la Amazonía en general. Solo a través de un compromiso firme y coordinado se podrá enfrentar este desafío y asegurar la conservación de uno de los ecosistemas más importantes del planeta. Esto solo puede venir como consecuencia de un cambio político radical y fundamental en la conducción del país.