Observatorio socioambiental

Segunda edición

La actividad minera en Gran Sabana y particularmente en Ikabarú pareciera estar recuperando su ímpetu, y el accidente trágico en la mina cercana a San José de Wadamapá, no parece hacer mella en este repunte. Por otra parte, cada vez hay más indicios de un empeoramiento de tal situación en Delta y Esequibo.

Tendencia

Lo que probablemente veremos en los próximos meses es la continuación de la apertura de nuevas minas en el Caura, y la ampliación de la actividad en la Paragua y en la cuenca del Icabarú, así como un incremento en la actividad balsera en la porción final del Caroní. Es previsible el estallido de una mayor conflictividad social en torno a la minería, particularmente en Caura, entre los GAO y las comunidades indígenas.

En las inmediaciones del parque nacional Canaima, particularmente a lo largo del Caroní, las minas seguirán creciendo, y no se prevé que se permita o se acuerde la visita de la Misión Reactiva de UNESCO, la cual se está esperando desde el año 2022. La actividad minera dentro del parque seguramente crecerá especialmente la que se realiza mediante balsas a lo largo de la cuenca del río Carrao, y con activa participación de miembros de las comunidades indígenas. En todos los bordes del parque nacional, especialmente en la frontera sur, se espera tambien que la minería siga en ascenso.

En Amazonas es previsible que se siga observando un incremento en la actividad minera, aguas arriba de Yapacana, tanto en el eje del Orinoco, como hacia Río Negro y Casiquiare.

El tema de Yapacana probablemente seguirá siendo objeto de desinformación a fin de oscurecer la verdadera situación de la minería que aún sigue existiendo dentro del parque nacional. Ante la continuación de la actividad minera en el Alto Orinoco no creemos que los militares hagan ningún esfuerzo significativo para acabarla, ni para disciplinar a la Guardia Nacional Bolivariana por su responsabilidad en esta actividad.

Con respecto al Esequibo, es previsible que la efervescencia en torno al reclamo territorial disminuya, y que la actividad minera siga en auge siguiendo la dinámica vista en los últimos años, y que especialmente a lo largo del río Cuyuní se sigan estrechando las vinculaciones entre los actores mineros de Bolívar y Esequibo.