Pueblo Warao en riesgo
El 20 de abril, PROVEA, publicó el informe Especial «El dolor de las familias es inmenso». El ocaso en la tierra de los Warao. Compartimos un resumen de este reportaje:
Los Warao son el segundo pueblo indígena más numeroso de Venezuela. Tradicionalmente han vivido en el delta del río Orinoco, principalmente a lo largo de sus numerosos ríos, caños e islas. Los Warao constituyen una de las poblaciones más marginadas y desatendidas del país, como consecuencia de la discriminación racial y la ausencia de políticas públicas adecuadas a su cultura y a las condiciones geográficas del territorio que habitan. Esto se traduce en muy precarias condiciones de vida y en un éxodo masivo hacia Brasil y otros países fronterizos.
Entre los principales problemas que afectan a los Warao resaltan las dificultades para obtener documentos de identidad, para lo cual deben viajar desde sus comunidades hasta Tucupita, la capital del estado Delta Amacuro. Luego de un viaje que puede prolongarse por días, se enfrentan a las barreras burocráticas y tecnológicas del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME). Muchos Warao no saben leer ni escribir, y tampoco recuerdan la fecha de nacimiento. Mientras procuran cumplir con los requisitos para obtener los documentos de identidad, deben pasar varios días durmiendo en el malecón de la ciudad, a orillas del caño Manamo. No siempre logran completar el objetivo y con frecuencia regresan a sus comunidades sin sus papeles de ciudadanía.
Estas barreras suponen la vulneración del derecho constitucional de toda persona a obtener de manera oportuna documentos públicos que comprueben su identidad, y forma parte del patrón sistemático que tiene el Estado venezolano de no garantizar derechos humanos fundamentales. Pero afecta de manera especial a la población infantil, violentando el interés superior del niño, establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Otro grave problema que afecta de manera generalizada a la población indígena Warao, es la falta de servicios de salud en sus comunidades. Esto los hace más vulnerables ante una serie de afecciones gastrointestinales, fiebre, vómito, diarrea, tuberculosis, neumonía o enfermedades en la piel, entre otras.
En el mes de abril de 2024 se denunció la muerte de al menos 12 niños indígenas Warao, a causa de una enfermedad desconocida, en las localidades Sakoinoko, Yorinanoko y Mukoboina. De acuerdo con los misioneros de la Misión Consolata, que hacen vida junto a las comunidades Warao, todos los niños que fallecieron tenían los mismos síntomas: fiebre, dolor de cabeza y de cuello, convulsiones, y ya cerca de la muerte, opresión en el pecho. "Los niños fallecen en 72 horas. En los últimos días también algunos adultos están sintiendo los mismos síntomas", afirman los misioneros.
Desde el 9 de abril una comisión de la Dirección Regional de Salud del estado Delta Amacuro se desplazó a la zona, luego de recibir la alerta que varios caciques llevaron a Tucupita. Sin embargo, las autoridades de salud no lograron esclarecer cuál enfermedad fue la causa de las muertes. De nuevo, en estas comunidades encontramos un patrón que marca la violación de derechos humanos y es el no cumplimiento de la protección a la salud, que debe garantizar el Estado. Este derecho no es sólo tener acceso a un médico sino a las medicinas y a una estructura hospitalaria con todos los requerimientos técnicos necesarios para un servicio de calidad, y en el Delta esto no se cumple.
Los problemas de salud afectan de manera particularmente grave a la población infantil, en especial las afecciones gastrointestinales y la malnutrición, causando una alta mortalidad de niños. También los adultos sufren por la contaminación del agua, están mal nutridos y resistiendo el embate con el uso de medicinas ancestrales. Cuando llegan a Tucupita, van muy descompensados y luego no pueden comprar las medicinas. También son frecuentes los casos de hipertensión, diabetes y enfermedades respiratorias como bronquitis o pulmonía.
En las comunidades no hay servicios de aguas servidas, no hay pocetas ni pozos sépticos, no hay agua potable y los ambulatorios no tiene medicinas. Años atrás se perforaron algunos pozos y se instalaron bombas, pero hoy no funcionan. En consecuencia, las comunidades se surten del río para tomar agua, cocinar y bañarse.
La falta de escuelas y de transporte fluvial también forman parte del abandono en el que viven las comunidades Warao. El costo del combustible y de los motores fuera de borda merma la actividad, además de la inseguridad provocada por bandas que trafican hacia Trinidad y Tobago.
La falta de acceso a la educación y atención médica en materia sexual y reproductiva, son el escenario perfecto para que existan embarazos no deseados, además de infecciones de transmisión sexual y casos de VIH que no están siendo atendidos.
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