Maroa: escenario de guerra y simulacro en la "Operación Escudo Bolivariano"
Desde agosto de 2025, el municipio Maroa se convirtió en el epicentro de un despliegue militar de alta intensidad bajo la etiqueta de "Operación Escudo Bolivariano Maroa 2025". La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a través de sus Unidades de Reacción Rápida (URRA), militarizó la selva con la promesa de desarticular estructuras logísticas del narcotráfico. Sin embargo, los resultados, aunque abultados en cifras, revelan más sobre la profundidad de la crisis y la complicidad estatal que sobre una solución real.
La "Soberanía" de la Quema
Uno de los eventos más publicitados fue la localización de una pista clandestina cerca del río Temí, donde se halló una avioneta Cessna 206 con matrícula brasileña. Siguiendo un patrón ya habitual que impide investigaciones forenses profundas sobre los propietarios, la aeronave fue incinerada in situ junto a más de 6.000 litros de combustible (avgas, diésel y gasolina). La FANB calificó esto como un acto de "defensa de la soberanía", una retórica que choca con la facilidad con la que estas aeronaves penetran el espacio aéreo venezolano (Ver reporte de incautación).
El Eufemismo "TANCOL" y la Realidad Guerrillera
La operación reportó la destrucción de al menos 19 campamentos logísticos. El régimen insiste en etiquetar a los ocupantes como "TANCOL" (Terroristas Armados Narcotraficantes Colombianos), un término acuñado para evitar reconocer la presencia histórica de sus aliados ideológicos: el ELN y las disidencias de las FARC. Sin embargo, la evidencia es ineludible: entre los equipos incautados —motocicletas, antenas satelitales, morteros artesanales y munición de guerra— aparecieron gorras y pertrechos alusivos a las FARC, confirmando lo que las ONG han denunciado por años: la guerrilla opera a sus anchas en Amazonas (VTV, 360 En Directo).
Narcotráfico: ¿Golpe Real o Ajuste de Cuentas?
Las cifras de drogas incautadas son astronómicas, lo que plantea la interrogante de cómo tales volúmenes se mueven sin protección oficial previa. Se desmanteló un centro de operaciones con 42 kg de marihuana y logística de guerra (Aporrea). Pero el hallazgo más significativo fue un cargamento de 2.800 kg de cocaína en la selva de Maroa, sumado a otros alijos de marihuana en embarcaciones fluviales (Diario Contraste, Primicia). En un narcoestado, estas incautaciones masivas suelen interpretarse no como justicia, sino como purgas internas o el cobro de facturas entre facciones de poder.
La Impunidad Estructural
A pesar de la espectacularidad de los anuncios, la minería ilegal y el narcotráfico en Maroa gozan de una resiliencia estructural. La vasta frontera con Colombia y Brasil ofrece el escondite perfecto, pero es la corrupción institucional la que garantiza la continuidad del negocio. La ausencia de control posterior a los operativos y la falta de detenidos de alto perfil sugieren que, una vez se apagan las cámaras y se retiran las URRA, las redes logísticas se reorganizan rápidamente, a menudo con la venia de las autoridades locales. Mientras tanto, la selva sigue siendo devastada y las comunidades indígenas permanecen bajo el fuego cruzado de una guerra donde el Estado es, a la vez, policía y socio.