Desaparición de jóvenes en Atures y Atabapo

La marcha realizada el pasado 3 de julio por familiares de tres jóvenes desaparecidos en San Fernando de Atabapo marca un punto de inflexión en la narrativa oficial sobre la presencia de grupos armados en el estado Amazonas. Por primera vez, una protesta pública señala directamente al Ejército de Liberación Nacional (ELN) como responsable de la desaparición y presunto reclutamiento de menores de edad venezolanos.

En total, se reportan cinco jóvenes desaparecidos: dos en el municipio Atures y tres en Atabapo. Miguel Antonio Celis César y Omar Henríquez Ramírez Tumassi, ambos residentes en el sector 20 de diciembre, en Valle Verde, municipio Atures, están desaparecidos desde el 26 de junio.

Joel Alejandro Guinare Arvelo de 14 años, Adolfo Dorantes de 17 años, y Williams Pulido de 17, este último estudiante del Liceo Junín, fueron reportados por sus familiares como desaparecidos desde el 29 de junio, cuando salieron de su residencia en San Fernando de Atabapo.

Aunque públicamente, en el caso de los jóvenes de Atures, se trató como desapariciones, allegados confirmaron que los jóvenes habrían sido captados por el ELN. Sus familiares recorrieron varios sectores del municipio, como Provincial y Galipero, entrevistándose con miembros de ese grupo guerrillero para tener noticias de los jóvenes. A la fecha se desconoce el paradero de ambos, y sus familiares no volvieron a hablar del tema.

Por otro lado, familiares de Atabapo decidieron alzar la voz mediante una marcha pacífica en la Plaza Bolívar, portando pancartas con mensajes como “ELN regresen a nuestros hijos”. La denuncia apunta a una práctica sistemática de captación de adolescentes, muchos de ellos indígenas, por parte de grupos armados irregulares. (https://www.facebook.com/share/v/15xGhxYLCE/).

Aunque el gobierno nacional y regional niega la existencia de estos grupos en territorio venezolano, la protesta pública y los testimonios familiares evidencian lo contrario. Han transcurrido dos meses desde las desapariciones y la falta de respuesta oficial y la invisibilización del fenómeno agravan la vulnerabilidad de las comunidades amazónicas. La presencia de grupos armados en zonas fronterizas como Atabapo ha sido durante años un tema silenciado por temor, desinformación o complicidad. Sin embargo, esta manifestación ciudadana rompe el cerco del silencio y obliga a mirar de frente una realidad que afecta directamente a la niñez y a las comunidades indígenas.