Oro de sangre en el Estado Bolívar

El sur de Venezuela, especialmente el estado Bolívar, se ha convertido en un territorio sin ley donde la gobernanza criminal dicta las reglas. La búsqueda de oro ha desatado una espiral de violencia, accidentes mortales y crisis de salud pública, demostrando el altísimo costo humano y ambiental de una economía ilícita que opera con total impunidad.

La violencia es la moneda de cambio en zonas como El Dorado. Una reciente "plomamentazón" (balacera masiva) entre bandas rivales dejó un saldo de múltiples heridos, un sangriento recordatorio de las luchas de poder por el control territorial. Según análisis basados en reportajes de investigación, zonas como El Dorado y Las Claritas son "intocables" para las fuerzas de seguridad del Estado, convirtiéndose en santuarios para líderes criminales que gestionan el flujo de oro y violencia sin interferencia.

Pero las balas no son la única causa de muerte. La precariedad y la falta de seguridad en las minas cobran vidas casi a diario. En 2025, la lista de víctimas no deja de crecer: un hombre de 36 años murió aplastado por un árbol; otros quedaron tapiados en derrumbes en las minas Papayal y la infame Bulla Loca. En un trágico suceso, un derrumbe en la mina Musupta causó la muerte de una mujer de la comunidad pemón, elevando la cifra de fallecidos en minas de Bolívar a cerca de 20 personas solo este año.

El impacto de esta actividad descontrolada se extiende a la infraestructura vital del país y a la salud pública. A pesar de la crecida de los ríos, el periodista Fritz Sánchez denunció la presencia de balsas mineras ilegales operando en el embalse de Guri, el corazón del sistema hidroeléctrico de Venezuela. Al mismo tiempo, la deforestación masiva crea el caldo de cultivo perfecto para la propagación de enfermedades. Un reportaje de EcoNews explica cómo la minería a cielo abierto impulsa la malaria, ya que las lagunas de agua estancada creadas por los mineros son criaderos ideales para los mosquitos transmisores.

La criminalidad permea todo el sistema, llegando incluso a los canales oficiales. En un episodio casi surrealista, cuatro hombres fueron detenidos por sustituir un cargamento de 20 kilos de oro con barras de acero pintadas de dorado, que iba destinado a la Corporación Venezolana de Minería (CVM). Este hecho demuestra la audacia y el alcance de las redes delictivas que se han apoderado de la riqueza mineral del país.